Homenaje al Doctor Carlos Arellano García

PIN

DR. CARLOS ARELLANO GARCÍA

Breve Ensayo Homenaje Póstumo

Héctor Rodríguez Espinoza

Es preferible un metro de buenos jueces,

que un kilómetro de leyes.

Carlos Arellano García

I. Hondo pesar

Aún cuando para Sócrates, “desde que nacemos la naturaleza nos condena a morir”, es lamentable la desaparición de un ejemplar jurista mexicano de una sabiduría y una ética excepcionales. 

¡Me puede la prematura muerte del Dr. Carlos Arellano García, inolvidable catedrático de aquella joven e irrepetible generación de docentes de 1957 que rescataron, a la Escuela de Derecho, de su inminente cierre por falta de maestros.

Pertenezco a la 9° generación, 1961-1966 y tuve la fortuna de tenerlos como preceptores. Me recomendó el tema, me indicó el índice y me dirigió mi tesis profesional sobre El contrato de Trabajo en el campo.

Por envidias de la triste condición humana de colegas profesores y para infortunio de la Universidad, después de una década de pasión docente, en 1967 se regresó a su UNAM. (Lo dice la fábula: ¿“Por qué me envidias”?, le preguntó la luciérnaga al sapo. “Porque brillas”, contestó.) 

Su semblanza: Licenciado y Doctor en Derecho, con mención honorífica, por la UNAM, 1954 y 1959 respectivamente. Juez de Primera Instancia del Ramo Civil en Acapulco, Gro. (1956-1957); Magistrado del Supremo Tribunal de Justicia del Estado de Sonora (1961-1967); y Presidente del citado Tribunal (1962-1963). Enseñó Derecho, sin interrupción, 10 años en la Universidad de Sonora y 33 años en la Facultad de Derecho de la UNAM. Autor de abundante obra jurídica.

Me prologó dos libros, uno sobre Derecho Internacional y Tratados.

Porrúa le publicó valiosos Tratados, textos y de consulta. En el 50° aniversario de la Barra Sonorense de Abogados se le invitó a recibir su diploma de fundador, se disculpó porque “no podía faltar a clases”.

Seguido era invitado por la Unison o el Tribunal de Justicia –del que fue digno y respetable Magistrado- a impartir conferencias y exudaba su gusto por nuestros “45° a la sombra.”

En octubre del 2010 participó en el Congreso Nacional de Derecho Procesal Civil, en Hermosillo.

II. Evocaciones

Para mi libro autobiográfico “1956. Evocaciones de un Universitario”, Don Carlos me envió sus recuerdos:

“Muy Estimado y fino amigo: Una agenda sobrecargada me permite hasta ahora dar respuesta a su misiva en la que me pide recuerdos sobre la Escuela de Derecho. Lo hago con agrado en virtud de la estimación y admiración que le profeso, por su importante aportación cultural y literaria en beneficio del querido Sonora.

       1.- Mi llegada.

       Visité al Maestro de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional, Licenciado Oscar Morineau, me dio el teléfono y dirección en México del Licenciado Luis Encinas, Rector de la Universidad, quien me dedicó toda una tarde de su valioso tiempo y conversamos ampliamente sobre mis estudios, mi ejercicio profesional, mi actividad académica, mis ideas políticas y religiosas. Visitó mi despacho en una tarde que había muchos clientes ejidatarios. Me indicó que de allí le surgió la idea de encomendarme el Bufete Jurídico  Gratuito. En mi oficina tenía colgados varios diplomas y me dijo que los llevara a Sonora.

        Empecé a dar clases en su Escuela el 2 de septiembre de 1957. Tenía a mi cargo la Subdirección y Director del Bufete. Sería Profesor de Tiempo Completo. Al descender del avión, sentí oleadas de aire caliente pues era mediodía y la temperatura era de más de 45° a la sombra. El Licenciado Encinas me indicó que el paisaje era diferente al del altiplano, como de la Tierra a la Luna. Me hospedé en el Hotel Laval y al día siguiente fui a clase de las 7 de la mañana, sin desayunar, no había nada abierto. Siempre seguiré admirando al Licenciado Encinas, de quien recibí gentiles atenciones. Hombre de fino trato con el suscrito y testimonio sus cualidades no sólo de político, sino de estadista. Leí con fruición su libro: “Progreso y Problemas de México”.

       2.- Director.

       Era un hombre valiosísimo: Lic. Alfonso Castellanos Idiáquez, oaxaqueño pero con décadas en Sonora. Reconocido abogado, fundador de la Escuela y Maestro de D. Civil. Su desempeño era de primera línea y trabajamos 10 años en plena armonía. Dada su ecuanimidad y objetividad, era un ejemplo y siempre he pensado en que me hubiera gustado ser como él cuando grande, me llevaba aproximadamente 30 años de edad. Trabajamos en aras del mejoramiento de la calidad académica y los problemas los atacamos con denuedo.

       3.- Clases.

       La primera generación de alumnos llegaba al 5° año, septiembre de 1957 a Septiembre de 1958. Me correspondió el honor de inaugurar la cátedra de Derecho Internacional Privado. El Licenciado Encinas me otorgó diploma.

       En la década 1957-1967, impartí Introducción al Estudio del Derecho, Derecho Administrativo I curso; Derecho del Trabajo II curso; Amparo; Práctica Forense; Seminario de Derecho Civil; Derecho Fiscal; Derecho Internacional Privado y Derecho Internacional Público.

       Las clases eran terciadas, de una hora, lunes, miércoles y viernes y de una hora los martes, jueves y sábados. Había días que el suscrito tenía que hablar hasta siete horas. Era necesario preparar cuidadosamente cada una y atender al Bufete Gratuito.

       4.- Alumnado.

       Era reducido. En 5° eran Rogelio Rendón Duarte, Josefina Pérez Contreras y Guadalupe Aguilar Cons. En 4° eran siete. Alguna vez todo el alumnado y el profesorado cupimos en una mesa en un modesto Restaurant.

       Eran cursos anuales y se impartían por cada materia de 100 a 120 clases al año. Los exámenes anuales y orales. Los alumnos que no estudiaban eran reprobados y se rezagaban. Año con año crecía la población.

       Hubo alumnos de gran dedicación y talento que no menciono para no incurrir en omisiones. Las relaciones con alumnos siempre fueron amistosas y de respeto en cuanto imperó la buena fe.

       5.- Bufete  Jurídico Gratuito.

       Para que la Práctica Forense no fuera teórica, fue iniciativa del Licenciado Encinas crearlo, se inauguró en noviembre de 1957 en una pequeña casa al costado sur del edificio principal. Quedaban adscritos los alumnos del 4° y 5° años. Se me designó Director y llegamos a tener 30 consultas, 7 audiencias y presentación de 10 demandas por día. Fue sumamente útil para que muchos alumnos aprendiesen la práctica profesional. Tuvimos asuntos interesantes, como puede verse si es que conservan su archivo. En septiembre de 1961 hube de dejarlo por ser incompatible con el cargo de Magistrado del Supremo Tribunal que se me confirió y desempeñé hasta septiembre de 1967.

       6.- Biblioteca.

       En sus inicios, contaba con algunos libros de texto otros no jurídicos. La posición siempre positiva del Licenciado Castellanos y el apoyo económico del Rector Encinas, permitieron incrementar en calidad y cantidad el acervo. A iniciativa del suscrito se implantaron los Seminarios obligatorios, sujetos a un Reglamento elaborado por el suscrito y que obligaba a los alumnos a cursarlo de 2° a 5° año, en la Biblioteca, les permitió adentrarse en la técnica de la investigación documental.

       En los últimos años de gestión del Licenciado Castellanos ya se pedían libros al extranjero.

       Con los buenos elementos bibliográficos, el suscrito colaboraba con siete Revistas jurídicas del país y del extranjero e iniciaba la preparación de su libro sobre Derecho Internacional Privado.

       Muy calurosamente le felicito por sus aportativas inquietudes sobre Reseña Histórica de la Escuela de Derecho y sobre Deontología. Le sugiero consultar el libro de actas del Consejo Técnico de la Escuela, donde puede encontrar material útil y fidedigno.”

III. Mensaje a los jueces 

Muy distinguido y estimado joven Juez:

     Sin más merecimiento que el de tener la calidad profesional de Licenciado en Derecho y de haber enarbolado en la diestra la vara de la justicia como Juez, Magistrado y Presidente de Tribunal, en el fuero común, a nivel provinciano, me tomo el atrevimiento, un tanto oficiosamente, de someter a su mejor consideración, de manera no exhaustiva, algunos consejos que pudieran serle de utilidad en el relevante cargo de juzgador, ya que se espera que el resultado de sus nuevas actividades sea óptimo y compruebe estar a la altura de la confianza que en Usted se ha depositado.

    En primer término, cuando el suscrito meditó, dentro del desempeño de la función jurisdiccional, cuál podría ser una tónica de carácter muy general que, a guisa de brújula, orientara mi camino en la judicatura, se me ocurrió pensar, dado que previamente había sido abogado postulante, en que su servidor impartiría justicia tal y como yo quisiera que a mi se me impartiera. Me parece que ésta es una fórmula genérica que, le puede redituar orgullo y satisfacción del deber cumplido.

    Sé de buena fuente que el honrosísimo cargo de Juez que Usted ya ostenta, no lo obtuvo como una dádiva generosa, sino que fue el resultado de rigurosos requisitos y que Usted salió avante de las pruebas a las que lo sometieron. Empero, Usted ha menester de una constante actualización y no estará de más que, dada su juventud, todavía incursione en los estudios de posgrado, diplomados y participe en congresos científicos, pues el Derecho es dinámico por su propia naturaleza y su constante transformación, respecto a Usted, no deberá producir el efecto de que caiga en la obsolescencia.

     En el conocimiento, tramitación y resolución de las controversias que le serán sometidas, Usted no deberá dictar sentencia si previamente no ha captado en su integridad las pretensiones deducidas por las partes, las pruebas que han aportado y las consideraciones jurídicas que han hecho valor. Debe Usted ser sabedor de que tiene el deber de acatar el principio procesal de congruencia y abstenerse de introducir cuestiones ajenas a la litis.

    Desde una perspectiva pragmática podría decirle que, hace varias décadas, cuando el suscrito fue juzgador, para tener una convicción personal de que el asunto a resolver lo conocía bien, me permitía anotar en hojas de trabajo las cuestiones más importantes que arrojaban las constancias de autos y meditaba sobre las consideraciones antagónicas sostenidas por las partes en el proceso. El sentido de la resolución se iluminaba con la luz de la ley, ya que todo Juez es un aplicador de la ley, pues tiene valor supremo la legalidad que no es otra cosa que el estado de Derecho, en nuestro medio, elevado a nivel de ganaría individual consagrada en los artículos 14 y 16 constitucionales.

     Algunos juzgadores han sucumbido a la tentación de sentencias excesivamente largas, como si se tratase de obras jurídicas que brillarán en la posteridad y que podrán ser timbre de orgullo para quien las dictó. Ese camino, a juicio nuestro, no es acertado pues, desde ahora, debe Usted saber que es sumamente frecuente que los juzgadores enfrenten un cúmulo de trabajo que muchas veces parece ser superior a las fuerzas de cualquier ser humano. Por ello, no le oculto que estimo útil la sugerencia de que sus sentencias tengan la cualidad de una brevedad necesaria, dentro de la medida de lo posible y sin incurrir en omisiones.

     En múltiples ocasiones, los justiciables, sus abogados o, tal vez reporteros, lo entrevistarán con la intención de que Usted les informe sobre el sentido del fallo. Si Usted cayera en la tentación de anticipar criterio, faltaría gravemente a las exigencias de la discreción y festinaría el sentido del fallo. La regla es que todos deben esperar hasta que la sentencia sea dictada.

    La conducta de sus subordinados no le es ajena. Usted debe mantenerse en permanente estado de alerta respecto de la honestidad y la laboriosidad de todo ese personal que le presta auxilio y, además, apoyo logístico. Recuerde usted que entre el personal que colaborará con Usted también hay profesionales del Derecho que, en diversos grados y circunstancias, intervienen en el proceso judicial. Por ejemplo, contará Usted con secretarios que darán fe en sus resoluciones y tendrá Usted proyectistas que coadyuvarán en la redacción de las sentencias y demás resoluciones. La corrupción que pudiera suscitarse en algún subordinado le alcanzará a Usted si peca de omisión en la vigilancia que es a su cargo. A Usted le corresponde corregir los errores y deficiencias de sus colaboradores que le ayudan en la tarea de administrar justicia. Usted debe considerarse un auténtico docente que deberá intentar mejorar y consolidar la preparación jurídica de sus colaboradores inmediatos. Respecto de conductas incorrectas de sus auxiliares, tendrá que actuar humanamente pero, a veces, no tendrá más remedio que ser enérgico y aplicar sanciones.

    El orden, en sus diversas facetas, es un auténtico valor jurídico y Usted debe velar por conservar el orden en su juzgado. Cuenta Usted con la potestad de ejercer correcciones disciplinarias y puede utilizar medios de apremio respecto de partes o terceros que pretendan eludir el cumplimiento de sus mandatos. Desde otro ángulo, respecto de orden en el dictado de sentencias, es un deber de todo juez seguir la secuela de llegada de los asuntos y no es válido que escoja asuntos ulteriores para darles prioridad, es decir que unos asuntos los resuelva de inmediato y otros los postergue. Sería inadecuado que dictara muchas resoluciones para obtener datos numéricos en asuntos que no presentan dificultad alguna y produzca acumulación de expedientes que presenten algún grado de dificultad.

    El rezago en el desempeño de la función jurisdiccional frecuentemente acecha a los juzgadores, lo evitará a toda costa pues conoce la exigencia del artículo 17 constitucional en el sentido de que sus resoluciones deben emitirse de manera pronta, completa e imparcial y que los tribunales estarán expeditos para impartirla en los plazos y términos que fijen las leyes. La manera de combatirlo es, a manera de antídoto, un constante trabajo, a veces convertido en tarea ímproba y hasta inhumana, pero sabido es que una cualidad indispensable en todo Juez es que sea un hombre considerablemente trabajador. Asimismo, el Juez se ve obligado a exigir al personal que lo auxilia que marchen con él en esa senda de trabajo.

    Es a cargo del juzgador, en su calidad de titular de un órgano del Estado que imparte justicia, tener una idea del estado que guarda la dependencia a su cargo. Para lograr ese objetivo no debe soslayarse el conocimiento de que el juzgado tiene libros de control. Estos deben estar al día para que sea satisfactorio el resultado en casos de visitar de inspección que practican los superiores. Ellos le permiten tener noticia al juzgador del flujo de asuntos a su cargo, de los valores que se resguardan en el seguro correspondiente, así como del ingreso y acuerdo de promociones en los expedientes. Deben ser manejados oportuna y adecuadamente y asentarse aquellos datos necesarios.

    El juez debe ser un acatador de las normas jurídicas que rigen tres aspectos básicos: la competencia del Juez, el procedimiento que debe seguirse rigurosamente y el fondo de que se ocupará la sentencia definitiva. Además, no deberá olvidar que todas sus resoluciones deben ser fundadas y motivadas.

    La conducta del juzgador debe ser irreprochable en lo que atañe a su honestidad en todos los aspectos. La probidad entraña una exigencia absoluta y se hace extensiva a lo que pudiera considerarse la vida privada. El Juez debe estar convencido de que su investidura ha de conservarse inmaculada; debe ser honesto y parecerlo, rechazará cualesquier tendencia de alguien hacia objetivos que pretendan doblar la vara de la injusticia. Conservará su rectitud como un galardón inexpugnable.

    Los requisitos que se le han exigido para nombrarlo, marcan atributos personales que lo hacen merecedor del cargo. A pesar de su juventud, posee la ciencia jurídica necesaria, experiencia, goza de buena fama, es inteligente, disciplinado, trabajador, acucioso, tiene gran dignidad y posee formación ética.

    Bienvenido a la elevada y privilegiada tarea de Juez.

IV. Sus Postulados del abogado

Primero- Actualiza permanentemente tus conocimientos. El Derecho es dinámico, no debes empezar a desconocerlo. Quien se empolva, muere lentamente como profesionista. Realiza los esfuerzos necesarios para enterarte de los nuevos ordenamientos, de las reformas, de las adiciones, de la nueva jurisprudencia y participa en la tarea exegética.

Segundo.- Capacítate a través de los estudios de posgrado.  La vida es corta para alcanzar el conocimiento pleno, pero debes expandir tus conocimientos a través de estudios de especialización, de maestría y de doctorado. Si no te es posible, por lo menos ilústrate en las obras jurídicas.

Tercero.- Proscribe la pereza. Haz fructífera tu vida profesional cotidiana. Programa tus tareas con tiempo suficiente. En particular, recuerda que eres un esclavo de los términos que para ti vencen un día antes. Que la lentitud de los asuntos no te sea imputable.

Cuarto.- Cumple irrefragablemente tus deberes. Si adquiriste algún compromiso, aún si es cuesta arriba, harás honra a él. No requieres de presiones, basta el dictado de tu conciencia. Eres libre para no adquirir obligaciones; pero asumidas, como abogado que eres, no puedes soslayar su acatamiento puntual.

Quinto.- Rechaza las tentaciones. No estás en venta. Tu capacidad y tu preparación pertenecen al bien. Ninguna moneda puede adquirir desviación alguna de tu rectilíneo camino. Puedes vivir modestamente y gozar de la retribución proporcionada y honesta. No sucumbirás a la corrupción. Tu rectitud no claudicará ni un ápice.

            Sexto.- La austeridad es tu línea. No estudiaste para hombre enriquecido. No acumularás riquezas materiales. La abundancia espiritual será tu meta. No exagerarás el cobro de tus honorarios.

            Séptimo.- Asume tu responsabilidad. Se te han confiado elevados valores humanos y deberás rendir buenas cuentas a tus patrocinadores. No darás ocasión de descuido. Esmérate en la eficacia de tus esfuerzos. Medita profundamente el planteamiento de los asuntos, antes de someterlos al juzgador.

            Octavo. Proporciona permanentemente servicio social. Al lado de tus servicios remunerados, guarda un lugar de honor para el servicio social. Devuelve al pueblo y a tu país algo del privilegio que recibiste como profesionista. Ayuda a los desvalidos.

            Noveno.- Serás respetuoso al ejercer tu profesión. Te abstendrás del lenguaje denostante en tus escritos y en tus intervenciones verbales ante las autoridades, ante la parte contraria y ante tu cliente. No utilizarás fórmulas tortuosas o dilatorias. Repudiarás intransigentemente el cohecho y no violarás el secreto profesional.

            Décimo.- Dignifica tu profesión. Deberás apegarte permanentemente a los más exigentes principios jurídicos y éticos que rigen la abogacía. Que jamás te sea imputable el sufrimiento de persona alguna. Que nadie te reproche atentar contra los derechos del hombre. 

 IV. Anécdota          

Nuestro primer Curso de Derecho Administrativo lo tomamoscon el Doctor Arellano. Materia árida, libro complejo el de Gabino Fraga, con doctrina, legislación y jurisprudencia, enriquecido con sus personales opiniones. Fue cuando registré una vivencia que hace años reviví en un aula de Derecho, como Maestro:

“¿Cualquier tiempo pasado fue mejor …?

     Año de 1989:

            Hora: 16:15 del miércoles 3 de enero, segundo día hábil de este nuevo año nuevo y final del semestre lectivo 89-2. Fiel al llamado de mi puntualidad, acudo y permanezco en un aula del primer piso de la Escuela de Derecho, en donde me dejaron plantado mis alumnos de Introducción al Derecho. Fría y sola la aula, las aulas todas y el pasillo (con excepción del bibliotecario Pancho de la Torre, con su inseparable cigarro y del intendente Marcelo Moreno, fieles siempre). Sola completamente la Universidad.

            Mi escena microcósmica repetía la del día anterior, martes 2. Ya para los días jueves 4 y viernes 5 -pensé- no tendría caso asistir. Si mis alumnos no vinieron martes y miércoles, con mayor razón faltarán jueves y viernes (ad minori ad majus) -razoné-, con la sabia lógica de Eduardo García Máynez, cuyas enseñanzas las estaban desaprovechando olímpicamente los muchachos, campeones mundiales para hacer puentes.

            … de pie, al lado de la ventana, mi vista recorre el sur del urbano horizonte y regresa a la elocuente desolación del viejo escritorio y de los rayados mesabancos. Regreso la mirada a la calle adyacente, vacía de vehículos. Mi memoria se traslada a 27 años antes, hasta …

     … año de 1962:

            En una aula como ésta, en alguna fría tarde de invierno, de pie también, en compañía de mis bulliciosos condiscípulos del 3° año de la misma -y a la vez otra- Escuela de Derecho, esperábamos al Maestro de Derecho Administrativo, quien -con un excepcional celo pedagógico- nunca faltaba ni llegaba tarde, y me extrañaba su inusitado retraso de quince minutos.

            De repente, vuelta la mirada hacia afuera del aula veo que, a regular velocidad, hace su arribo el Maestro Arellano y estaciona su VW verde, original alemán. Con rapidez subió a nuestro piso y entró al salón. Observé su impecable y acostumbrada camisa blanca de seda y sus característicos lentes verdes. Noté que llevaba puesta una corbata negra y el rostro abotagado.

            Pasó lista, pausadamente, pero con un perceptible quiebre de voz. Al terminar, después de un viril suspiro, colocando su llavero encima del apunte acuciosamente preparado como siempre para cada clase, al lado del voluminoso y desértico texto de Gabino Fraga, nos dijo:

            – “Compañeros: les ruego me disculpen la tardanza. Quizá deba decirles que fue debido a que vengo del Panteón Yáñez … de … ¡sepultar…  a un hijo …!-.” Inició su cátedra, tragando gordo y deslizándosele, por debajo de sus lentes, un par de furtivas lágrimas.

            – !!!-, nos quedamos todos impactados.

            Guardando un respetuoso silencio, nos dispusimos a ofrecerle nuestra no poco perpleja atención:

            – “La clase de hoy se refiere a la Teoría del Acto Administrativo y a mi crítica correspondiente …” -, continuó diciendo, procediendo enseguida a impartirnos su cátedra, como si nada – ¡como si nada! – le hubiera ocurrido …”

            De vuelta en el año de 1989:

            De la misma forma súbita que llegó, se fue de mis reflexiones -como un torrente de pasado, cargado de más de una lección de ética pedagógica, virtud en extinción-, el fantasma del MAESTRO Carlos Arellano García.”

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Entrevista- parte 1

Parte 2

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